Add parallel Print Page Options

18 Ni uno de tus hijos quedó con vida para ayudarte ni indicarte qué debes hacer. 19 Estos dos males te han tocado en suerte: desolación y destrucción. Sí, hambre y espada. ¿Y quién ha quedado para compadecerte? ¿Quién ha quedado para consolarte? 20 Porque tus hijos, sin fuerzas, están tirados por las calles, indefensos como venados atrapados en la red. Contra ti ha derramado el Señor su furia y reprensión.

Read full chapter